No hay médico que no recomiende el aporte de una cantidad suficiente de vitamina C en la dieta, especialmente durante la temporada invernal.
Conque vamos a conocer los motivos de esa recomendación, por qué el limón es una gran alternativa para garantizar un alto aporte de vitamina C y alguna curiosidad añadida de esa fruta cítrica.
Los beneficios de la vitamina C
La vitamina C es una enzima que resulta esencial para el crecimiento, la reparación y el desarrollo de los tejidos corporales.
La vitamina C interviene en muchas funciones vitales. Por ejemplo, refuerza el sistema inmunitario, facilita la absorción orgánica del hierro o el calcio y promueve la producción de colágeno, algo imprescindible para mantener sanos los cartílagos, huesos y dientes.
Además, el ácido ascórbico (denominación química de la vitamina C) es un potente antioxidante que ayuda a proteger nuestras células contra los radicales libres.
Por eso no es de extrañar que muchas personas realicen una cura de vitamina C a la llegada del invierno. Más adelante veremos cómo hacer este tipo de cura de manera natural y sin usar comprimidos de laboratorio.
¿Por qué es necesario aportar mucha vitamina C durante el invierno?
Las temperaturas excesivamente bajas nos hacen más vulnerables a las enfermedades contagiosas. Prueba de ello es la recurrente epidemia estacional de catarros o gripe (y ahora de coronavirus) en cuanto llega el invierno.
En este sentido, la vitamina C es considerada «la vitamina del invierno». Y esta consideración se debe a las numerosas funciones metabólicas y depurativas que ejerce en nuestro organismo.
De hecho, está sobradamente demostrado que un buen aporte de ácido ascórbico ayuda a mejorar el funcionamiento del sistema inmunitario. Algo que resulta indispensable para luchar contra las infecciones cuando resulta que nos hemos contagiado con virus y bacterias.
Hacemos hincapié en este punto, ya que el refuerzo del sistema inmune no minora el riesgo de caer infectado. Lo que ocurre es que, cuando se produce la infección, el organismo lucha mejor contra ella.
La vitamina C, un poderoso vigorizante
Además, a la vitamina C se le atribuyen efectos vigorizantes, por lo que resulta útil a la hora de evitar los estados de apatía o fatiga.
Una ventaja adicional a la hora de luchar contra las enfermedades infecciosas y no infecciosas, puesto que la falta de energía facilita el avance o la exacerbación de las mismas.
La vitamina C y el colágeno
El colágeno es una sustancia imprescindible para:
- Desarrollar y mantener sanos los tejidos, desde la piel hasta los músculos y pasando por los vasos sanguíneos, los ligamentos, los tendones, los cartílagos y los huesos.
- Asegurar las propiedades de hidratación, resistencia y flexibilidad de esos mismos tejidos.
- Proteger la epidermis de las agresiones externas y, en particular, del frío.
- Acelerar el proceso de cicatrización de las heridas y la recuperación de las lesiones producidas por traumatismos.
- Contribuir al buen estado de las paredes arteriales y de la barrera hematoencefálica.
- Facilitar el proceso de filtración de los riñones
Pero el organismo precisa de un aporte suficiente de vitamina C para producir colágeno, puesto que esta vitamina interviene en el proceso bioquímico de síntesis de esa sustancia.
Dosis recomendadas y dosis máximas de vitamina C
La ingesta mínima diaria recomendada de vitamina C es de 75 miligramos en mujeres y 90 miligramos en hombres.
No obstante, pueden ingerirse hasta 2000 miligramos diarios de vitamina C, durante largos periodos de tiempo, sin que se presenten efectos secundarios o riesgos para la salud.
¿Cuáles son las fuentes de vitamina C?
En general, todos los vegetales y frutos son naturalmente ricos en vitamina C. Por lo tanto, para proveernos de vitamina C lo único que tenemos que hacer es pasarnos por cualquier tienda de fruta y verdura o comprar la fruta y la verdura online.
Podemos obtener las cantidades recomendadas de vitamina C consumiendo frutos cítricos (limón, naranja, clementina, pomelo, etc.) o sus zumos. En este sentido, es recomendable ingerir los frutos, puesto que de esta forma obtenemos un interesante aporte de fibra.
Los pimientos verdes y rojos, el kiwi, la fresa, la frambuesa, la col y el brócoli también son auténticos concentrados de vitamina C.
Igualmente, algunos alimentos y bebidas se comercializan enriquecidos con vitamina C añadida. En ese caso, esa adición debe mencionarse en la etiqueta del producto.
Precauciones a observar con la vitamina C
Hemos de ser cuidadosos con estos alimentos y con los comprimidos: la vitamina C se degrada si el almacenamiento es prolongado y si el producto es sometido a cocción.
Por eso es preferible consumirlos crudos estos alimentos. Y si es imprescindible cocinarlos, lo más recomendable es hacerlo al vapor.
En el caso de los comprimidos, deben ser desechados en la fecha indicada en el envase por el fabricante.
El limón, la opción ideal para aportar vitamina C al organismo
La gran ventaja del limón es que, además de un elevadísimo contenido en vitamina C, contiene un amplio abanico de sustancias flavonoides.
Los flavonoides suponen un beneficio más, puesto que retrasan notablemente el proceso de degradación de la vitamina C y son poderosas sustancias antioxidantes.
Las propiedades antioxidantes de los flavonoides del limón producen los siguientes efectos en el organismo:
- Retrasan el deterioro orgánico derivado del proceso natural de envejecimiento.
- Son imprescindibles para mantener una buena salud visual
- Protegen el sistema cardiovascular
- Ayudan al buen funcionamiento del aparato digestivo
- Aceleran el proceso de eliminación de toxinas
En resumidas cuentas, el limón es una auténtica bomba natural de vitamina C y sustancias antioxidantes.
La cura del limón
La cura del limón, muy recomendada por los expertos en naturopatía, es utilizada para reforzar el sistema inmunitario y depurar rápida y efectivamente el organismo.
A la hora de comprar limones para realizar esta cura, fijémonos en el tamaño. Que no sean ni muy grandes ni excesivamente pequeños. Una orientación aproximada es que los limones pesan en torno a los 75 gramos.
El primer día tomaremos el zumo exprimido de un solo limón. El segundo día tomaremos el zumo de dos limones y seguiremos aumentando un limón por día, hasta el noveno día.
Al llegar a los nueve limones, continuaremos con la cura reduciendo un limón cada día, hasta llegar de nuevo a un solo limón.
La duración de esta cura es de 17 días. Una opción más corta es la de comenzar a disminuir el número de limones el día que alcancemos la cifra de 8. En este caso, la cura del limón durará 15 días exactos.