Hoy te quiero hablar de un producto que si bien lleva un tiempo en el mercado hasta los últimos años no se le ha hecho demasiado caso. Es el caso del jamón cocido sin fosfatos.
Como te digo, es un producto que lleva un tiempo con nosotros pero que ha sido en los últimos años (o incluso los últimos meses) en los cuales se ha convertido en un top en las conversaciones sobre dietética y nutrición.
A nadie se le escapa que el jamón cocido es un alimento que gracias a sus nutrientes y su bajo contenido en grasa (una media del 3%, pero los hay desde el 1 hasta el 5%) y su alto contenido proteico, así como su bajo contenido en hidratos de carbono y su sabor suave lo hacen ideal para muchos platos, sobre todo para niños o personas mayores.
Ahora bien, el jamón cocido estándar no sólo tiene eso, sino que también tiene una cantidad de fosfatos.
¿Qué son los fosfatos y para qué sirven?
Los fosfatos son unos aditivos químicos que se les ha añadido históricamente al jamón cocido porque ayudan a la retención del agua por parte del jamón, dando una textura más jugosa y apetecible, controlando además la cantidad de agua que tiene el mismo.
En realidad no hay ningún estudio que diga que el uso de fosfatos es malo para la salud, pero es conveniente advertir de su presencia para que el consumidor lo tenga en cuenta.
Ahora bien, El Pozo ha conseguido un jamón cocido sin fosfatos que además tiene una textura y cantidad de agua similar al jamón cocido con fosfatos, con lo cual apenas notarás la diferencia.
Esto es así gracias a un proceso artesano de larga maduración y doble horneado, con lo cual puedes afirmar que la calidad del jamón cocido sin fosfatos de El Pozo es más que superior, y por eso es una alternativa más que seria para el consumo de jamón cocido.