Un caldo de ave puede ser la forma más simple de hacer una rica sopa casera o un buen fondo de cocina, muy útil para recetas que buscan una gran potencia de sabor como carnes, paellas, risottos…
Lo principal que hay que saber sobre el caldo de ave es que algunos cocineros lo consideran un caldo corto, esto quiere decir, que su cocción debe ser menor de una hora para que el caldo no se enturbie.
Pero hay que tener en cuenta el grado de concentración del caldo que nosotros queremos, en función del uso que le vamos a dar, y si lo queremos dejar más tiempo cociendo podemos, pero hay que ir limpiando las impurezas que van a ir saliendo a flote, así como la grasa sobrante.
Un caldo de ave se elabora con las carcasas, esqueletos de ave, bien limpias, y con verduras, como por ejemplo: apio, cebolla, zanahoria, ajo, laurel, puerro, y siempre se ajusta al punto de sal.
Los ingredientes mencionados se pueden cambiar por otros, por ejemplo, si no tienes esqueleto de ave y le hechas un hueso de jamón, no pasa nada, o si no tienes puerro y le echas repollo tampoco pasará nada. Tienes que jugar con los sabores que a ti te gustan, porque sobre caldos no hay nada escrito.
Algo importante a recordar es que un caldo no es un cocido, por eso estamos diciendo que al caldo solo se echan huesos y verduras, y por eso la cocción oscila entre los 45 minutos y hora y media, pero nunca más tiempo.
Hay que cocerlo a fuego lento, e ir limpiando el caldo que resulta de la impurezas. Como ya hemos dicho antes, cuanto más concentrado queramos el caldo, más tiempo de cocción.
Para hacerlo se ponen todos los ingredientes en una cacerola grande, y a continuación, se cubren de agua, lo pones a cocer el tiempo que consideres… y ya está tu caldo de ave listo.
Una vez que lo tengas listo ya puedes elegir entre tomarlo tal cual, añadirle unos fideos que cocerás durante unos minutos, o hacer algún plato más elaborado como una crema de champiñones, unos muslos de pollo rellenos con zahanoria o una sopa de cebolla gratinada.